Mis enfermedades son espectros que me siguen a donde vaya.
Los fantasmas del pasado se me revelan cuando tengo el alma golpeada. Aprovechan para acudir a mi cuerpo, acurrucándose en sus lugares favoritos. El frío ataca mis huesos, al igual que las bacterias que se guardan en mi sangre, porque se sienten mejor y más fuertes que yo cuando llega el invierno y viajan en mi cuerpo, se instalan en mis huesos.
Huesos que duelen.
Ojos de vidrio que batallan para enfocar su mirada.
Manos frías.
Piel pálida.
Flaca, muerta.
Me ha dolido todo el cuerpo desde el domingo pasado.
No, no fué el sexo, ha de ser la falta de costumbre, eso.
Au revoir.
LG.
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