Carlos Fuentes
- Lees y relees el aviso, parece dirigido a ti, a nadie más.
- Conocedor de la lengua francesa.
- Acuda en persona. No hay teléfono.
- Vivirás ese día, idéntico a los demás, y no volverás a recordarlo sino al día siguiente.
- Luces dispersas se trenzan en tus pestañas, como si atravesaras una tenue red de seda.
- Lograrás verla cuando des la espalda a ese firmamento de luces devotas.
- Deben ser publicados. Lo he decidido hace poco.
- Leer los papeles para sentirse fascinado por esa prosa, por esa transparencia, esa, esa...
- Los encuentros inevitables y molestos con otras personas.
- Piensas en todo esto al seguir los pasos de la joven - te das cuenta de que no la sigues con la vista, sino con el oído: sigues el susurro de la falda, el crujido de una tafeta - y estás ansiando, ya, mirar nuevamente esos ojos.
- Cada vez que desvíes la mirada, la habrás olvidado ya y una urgencia impostergable te obligará a mirarla de nuevo.
- A las viejas sólo nos queda... el placer de la devoción.
- Esta casa está llena de recuerdos para nosotras.
- Sólo muerta me sacarán de aquí...
- Lees esa misma noche los papeles amarillos, escritos con una tinta color mostaza; a veces, horadados por el descuido de una ceniza de tabaco, manchados por las moscas.
- Te desnudas pensando en el capricho.
- Te acuestas sonriendo.
- Duermes sin soñar, hasta que el chorro de luz te despierta.
- Encadenados unos con otros, se revuelvan envueltos en fuego.
- Tú debes hacer un esfuerzo para desprenderte de esa mirada.
- Se levanta con actitudes similares a las que tú asocias con el sueño.
- Quizás Aura espera que tú la salves de las cadenas.
- Como si en silencio de implorara su libertad.
- Mientras más pienses en ella, más tuya la harás, no sólo porque piensas en su belleza y la deseas, sino porque ahora la deseas para liberarla: habrás encontrado una razón moral para tu deseo; te sentiras inocente y satisfecho.
- Despiertas con un grito mudo, sudando y sientes esas manos que acarician tu rostro y tu pelo, esos labios que murmuran con la voz más baja, te consuelan, te piden calma, cariño.
- En la soledad la tentación es más grande.
- Ma jeune poupée aux yeux verts; je t'ai comblée d' amour.
- Aura, encerrada como un espejo.
- Mirándote como si fueras de aire.
- Ese sueño que es tu única salida, tu única negativa a la locura.
- Tu grito es el eco del grito de Aura.
- Aura que grita porque unas manos han rasgado su falda de tafeta verde.
- Se voltea hacia ti y ríe en silencio, con los dientes de vieja superpuestos a los suyos, mientras las piernas de Aura, sus piernas desnudas, caen rotas y vuelan hacia el abismo...
- Pasan las nubes de la noche detrás del tragaluz.
- Sombras a la luz del cerillo que se consume, te quema los dedos, te obliga a encender uno nuevo para terminar de reconocer las flores, los frutos, los tallos que recuerdas mencionados en crónicas viejas.
- Los muslos color de luna.
- El cielo no es alto ni bajo. Está encima y debajo de nosotros al mismo tiempo.
- También tú murmuras esa canción sin letra, esa melodía que surge naturalmente de tu garganta.
- Aura se abrirá como un altar.
- Recuerdas sus movimientos, su voz, su danza, por más que te digas que no ha estado allí.
- Pasarán juntas al cuarto donde tiemblan las luces.
- Duermes cansado, insatisfecho. Ya en el sueño sentiste esa vaga melancolía, esa opresión en el diafragma, esa tristeza que no se deja apresar por tu imaginación.
- Dueño de la recámara de Aura, duermes en la soledad, lejos del cuerpo que creerás haber poseído.
- Buscas tu otra mitad.
- Como si la voluntad de una dependiese la existencia de la otra.
- ... ella insiste en cultivar sus propias plantas en el jardín. Dice que no se engaña. Las hierbas no la fertilizarán en el cuerpo, pero sí en el alma..."
- Le démon aussi était un ange, avant... (también el demonio fue un ángel, antes).
- Sentados ambos en una banca, en un jardín.
- Es él, es... eres tú.
- Como si temieras que una mano invisible te hubiese arrancado la máscara que has llevado durante veintisiete años.
- Besarás la piel del rostro sin pensar, sin distinguir.
- Apartarás tus labios de los labios sin carne que has estado besando.
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