viernes, 26 de octubre de 2012

LECTURAS: AURA

Aura (1962)
Carlos Fuentes





















  • Lees y relees el aviso, parece dirigido a ti, a nadie más.
  • Conocedor de la lengua francesa.
  • Acuda en persona. No hay teléfono.
  • Vivirás ese día, idéntico a los demás, y no volverás a recordarlo sino al día siguiente.
  • Luces dispersas se trenzan en tus pestañas, como si atravesaras una tenue red de seda.
  • Lograrás verla cuando des la espalda a ese firmamento de luces devotas.
  • Deben ser publicados. Lo he decidido hace poco.
  • Leer los papeles para sentirse fascinado por esa prosa, por esa transparencia, esa, esa...
  • Los encuentros inevitables y molestos con otras personas.
  • Piensas en todo esto al seguir los pasos de la joven - te das cuenta de que no la sigues con la vista, sino con el oído: sigues el susurro de la falda, el crujido de una tafeta - y estás ansiando, ya, mirar nuevamente esos ojos.
  • Cada vez que desvíes la mirada, la habrás olvidado ya y una urgencia impostergable te obligará a mirarla de nuevo.
  • A las viejas sólo nos queda... el placer de la devoción.
  • Esta casa está llena de recuerdos para nosotras.
  • Sólo muerta me sacarán de aquí...
  • Lees esa misma noche los papeles amarillos, escritos con una tinta color mostaza; a veces, horadados por el descuido de una ceniza de tabaco, manchados por las moscas.
  • Te desnudas pensando en el capricho.
  • Te acuestas sonriendo.
  • Duermes sin soñar, hasta que el chorro de luz te despierta.
  • Encadenados unos con otros, se revuelvan envueltos en fuego.
  • Tú debes hacer un esfuerzo para desprenderte de esa mirada.
  • Se levanta con actitudes similares a las que tú asocias con el sueño.
  • Quizás Aura espera que tú la salves de las cadenas.
  • Como si en silencio de implorara su libertad.
  • Mientras más pienses en ella, más tuya la harás, no sólo porque piensas en su belleza y la deseas, sino porque ahora la deseas para liberarla: habrás encontrado una razón moral para tu deseo; te sentiras inocente y satisfecho.
  • Despiertas con un grito mudo, sudando y sientes esas manos que acarician tu rostro y tu pelo, esos labios que murmuran con la voz más baja, te consuelan, te piden calma, cariño.
  • En la soledad la tentación es más grande.
  • Ma jeune poupée aux yeux verts; je t'ai comblée d' amour.
  • Aura, encerrada como un espejo.
  • Mirándote como si fueras de aire.
  • Ese sueño que es tu única salida, tu única negativa a la locura.
  • Tu grito es el eco del grito de Aura.
  • Aura que grita porque unas manos han rasgado su falda de tafeta verde.
  • Se voltea hacia ti y ríe en silencio, con los dientes de vieja superpuestos a los suyos, mientras las piernas de Aura, sus piernas desnudas, caen rotas y vuelan hacia el abismo...
  • Pasan las nubes de la noche detrás del tragaluz.
  • Sombras a la luz del cerillo que se consume, te quema los dedos, te obliga a encender uno nuevo para terminar de reconocer las flores, los frutos, los tallos que recuerdas mencionados en crónicas viejas.
  • Los muslos color de luna.
  • El cielo no es alto ni bajo. Está encima y debajo de nosotros al mismo tiempo.
  • También tú murmuras esa canción sin letra, esa melodía que surge naturalmente de tu garganta.
  • Aura se abrirá como un altar.
  • Recuerdas sus movimientos, su voz, su danza, por más que te digas que no ha estado allí.
  • Pasarán juntas al cuarto donde tiemblan las luces.
  • Duermes cansado, insatisfecho. Ya en el sueño sentiste esa vaga melancolía, esa opresión en el diafragma, esa tristeza que no se deja apresar por tu imaginación.
  • Dueño de la recámara de Aura, duermes en la soledad, lejos del cuerpo que creerás haber poseído.
  • Buscas tu otra mitad.
  • Como si la voluntad de una dependiese la existencia de la otra.
  • ... ella insiste en cultivar sus propias plantas en el jardín. Dice que no se engaña. Las hierbas no la fertilizarán en el cuerpo, pero sí en el alma..."
  • Le démon aussi était un ange, avant... (también el demonio fue un ángel, antes).
  • Sentados ambos en una banca, en un jardín.
  • Es él, es... eres tú.
  • Como si temieras que una mano invisible te hubiese arrancado la máscara que has llevado durante veintisiete años.
  • Besarás la piel del rostro sin pensar, sin distinguir.
  • Apartarás tus labios de los labios sin carne que has estado besando.


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