sábado, 6 de febrero de 2016

SER MADRES COMO PODEMOS

SER MADRE CON LO QUE TENEMOS...

Con nuestros traumas.
Nuestras infancias heridas.
Nuestras miserias y nuestros miedos.
Con nuestras historias familiares de horror y misterio.
Nuestras rabias y nuestras fobias.
Nuestras imperfecciones.

Nuestros kilos de más.
Nuestros euros de menos.
Nuestros trabajos alimenticios, de supervivencia.
Nuestras mañanas desquiciadas.
Nuestros gritos y nuestras lágrimas.
Nuestras madres niñas. Nuestras suegras brujas.

Nuestras cicatrices.
Nuestras enfermedades.
Nuestros pueblos feos.
Nuestros vecinos ruidosos.
Nuestros políticos estúpidos, corruptos, repugnantes.
Nuestras escuelas decimonónicas, tristes, cuadriculadas. 

Nuestros maridos currantes, intentando ser hombres, amantes amables, y no morir en el intento.
Nuestros divorcios.
Nuestro estrés.
Nuestros años.
Nuestra soledad.
Nuestros partos robados, anestesiados, maltratados.

Nuestras lactancias agrietadas, dolorosas, imposibles.
Nuestra neurosis.

Con este mundo asfixiante que no está diseñado para tener hijos y no lo pone nada fácil, pero los niños son lo único que lo hace más habitable, más esperanzador.

Ser madres como podemos.
Ese es el mérito.
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Autor: Ileana Medina Hernández Tenemos Tetas

viernes, 5 de febrero de 2016

ALGUIEN ME NECESITA

MAMÁ ALGUIEN TE NECESITA...

“Algún día” voy a recibirme de vuelta a mí misma. Mientras tanto, me entrego a los demás y estoy cansada, pero extremadamente feliz.

Desde que trajimos a casa a nuestra nueva hija, sus hermanos mayores son los primeros en decirme cuando ella está llorando, quejándose o emitiendo un olor sospechoso. “Alguien te necesita”, me dicen. No tengo idea cómo este pequeño dicho comenzó, pero al principio me molestaba un poco. Podía estar disfrutando de una ducha rápida y… “Mami, hay alguien que te necesita. La guagua está llorando”. O, cuando me sentaba por un segundo, consciente que mi guagua se estaba empezando a despertar después de su siesta… “¡Mamá, alguien te necesita!” 

¡YA! ¡Ya lo sé! Sin mencionar que las necesidades de mi recién nacida son bastante menores en comparación con las de mis otros dos hijos. Siempre hay alguien que necesita algo para picar, una tirita, otro calcetín, cubos de hielo en su agua, un nuevo juguete, un moco por remover, un abrazo, una historia, un beso. 

Algunos días no parecen terminar nunca y la monotonía de ser “necesitada” puede ser una carga pesada. De repente, me comencé a dar cuenta que realmente ME necesitaban. A mí, a nadie más. A ninguna otra persona en el mundo. Necesitan a su mami.

Mientras más pronto acepté que ser una mamá significaba que mi horario nunca se terminaba, más pronto pude encontrar un poco de paz en esta loca etapa de la vida. Esa “Mami” es mi deber, mi privilegio y mi honor. 

Estoy lista para estar dondequiera que alguno de ellos me necesite, todo el día y toda la noche. Ser la Mami significa que justo después que puse a mi bebé a dormir luego de alimentarla a las 4 a.m, mi hijo de tres años tuvo una pesadilla. 
Ser la Mami significa sobrevivir de café y de las sobras de comida de mis hijos pequeños. 

Ser la Mami significa que mi esposo y yo no hemos tenido una conversación real en semanas. Ser la mami significa que pongo sus necesidades primero, sin siquiera pensarlo. Ser la mami significa que mi cuerpo está adolorido, pero mi corazón está lleno de amor.

Estoy segura que llegará el día cuando ya nadie me necesite. Todos mis niños se van a haber ido y estarán completamente absorbidos por sus propias vidas. Puede ser que me toque sentarme sola en un asilo de ancianos y ver como mi cuerpo se debilita. Entonces, ya nadie me necesitará. Tal vez incluso sea una carga para ellos. Sí, me vendrán a visitar, pero mis brazos ya no serán su hogar. Mis besos ya no serán la cura que necesitan. Ya no va a haber lodo que limpiar de los zapatos o cinturones de seguridad que ajustar. Ya voy a haber leído el último cuento para ir a dormir siete veces consecutivas. Ya no voy a tener que obligar a que cumplan sus castigos. Ya no habrá más mochilas que empacar o desempacar o tacitas que llenar. 

Estoy segura que entonces, voy a extrañar con todo el alma esas pequeñas vocecitas que me decían “Mami, alguien te necesita”.

Así que por el momento, encuentro belleza cuando a las 4 a.m me toca alimentar a mi hija en su cómoda pieza. Somos solo yo y mi bebé, todo el vecindario está oscuro y quieto. Las dos nos acurrucamos bajo una frazada y la mezo en busca del sueño. 

Son las 4 am y estoy agotada y frustrada, pero está bien, porque ella me necesita. Solo a mí. Y, tal vez, yo también la necesito. Porque gracias a ella soy la Mami. Un día va a dormir la noche de corrido. Algún día me voy a sentar en mi silla de ruedas, mis brazos vacíos y soñaré de esas calladas noches en la pieza de mi bebé. Cuando ella me necesitaba y las dos éramos las únicas personas en el mundo.

¿Es posible que disfrute que me necesiten? Algunas veces, sí, pero en general, es cansador. Agotador. Pero, no está hecho para que lo disfrutemos cada momento. Es un deber. Dios me hizo su mamá. Es un puesto que anhelé por mucho, antes de que lo entendiera. 

Durante un fin de semana de tres días, mi esposo no podía creer cuantas veces mis hijos dijeron “Mami. Mami. ¡Mami!” “¿Siempre son así?”, me preguntó, sin ser capaz de esconder su horror y compasión. “Sip. Todo el día, todos los días. Este es mi trabajo”.

Y, tengo que admitir, es el trabajo más difícil que he tenido en la vida. En mi vida anterior, era administradora de una muy popular cadena de comida rápida. Un sábado a las 7:30 pm, con la ventanilla de salida llena de platos, una lista de espera de dos horas y un corte de luz inexplicable, no se compara con un martes a las 5:00 pm en nuestro hogar. Y, déjenme que les diga, los clientes de restaurantes por aquí están entre los más exigentes. Pero son papilla en comparación a niños pequeños que han dormido poco y tienen el azúcar baja.

Una vez, hace mucho tiempo, tenía tiempo para mí. Ahora, las uñas de mis pies necesitan amor. Y mi sostén no me queda tan bien como antes. Mi plancha onduladora tal vez ya no funciona, la verdad, no tengo la menor idea. No puedo ducharme sin una audiencia. Empecé a usar crema para ojos. Ya no me piden mi identificación para comprar alcohol. La prueba de que soy madre. Prueba que alguien me necesita. Que por hora, siempre hay alguien que me necesita. Como la noche anterior…

A las 3 am. escuché pequeños pasitos entrando a mi pieza. Me quedé quieta, apenas respirando. Tal vez va a devolverse a su pieza. Sí, seguro.
¡Mami!”
¡Mami!”, un poquito más fuerte.
“Sí”, apenas susurré.
Él pausó, sus ojos gigantes y brillando en la poca luz.
“Te quiero”.

Y, solo con eso, se fue. Corrió de vuelta a su pieza. Pero, sus palabras se quedaron colgando en el fresco aire de la noche. Si pudiese estirar mi mano y agarrar sus palabras, las abrazaría a mi pecho. Su voz susurrante dijo la mejor oración del mundo. 
“Te quiero”. 

Algún día, este pequeñito va a ser un hombre. Ya nunca más voy a escuchar estas dulces palabras susurradas para mí en las altas horas de la noche. Solo el ruido de máquinas y mi esposo roncando. Entonces, voy a dormir en paz en las noches, sin ninguna preocupación de un niño enfermo o un bebé llorando.

Todo eso será solo un recuerdo. Estos años de ser necesitada son agotadores, pero muy pasajeros. Tengo que dejar de soñar con “aquel día” cuando las cosas serán más fáciles. Porque la verdad es que, tal vez si sean más fáciles, pero nunca serán mejor que en el presente. 

Hoy, cuando me encuentro cubierta en baba de guagua y mocos de niños. Hoy, cuando siento esos bracitos gorditos alrededor de mi cuello. Hoy es perfecto. 
“Algún día” voy a hacerme pedicuras y tomar mis duchas sola. “Algún día” voy a recibirme de vuelta a mí misma. 

Pero, hoy día me entrego a los demás y estoy cansada, sucia y tengo tanto amor alrededor mío, pero estoy feliz”. 
Y, me tengo que ir, alguien me necesita.
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Autor: Megan Morton - Huffington Post.

NO, NO, NO

No corras.
No saltes.
No grites.
No des golpes.
No pintes ahí.
No hagas ruido.

No tires el agua.
No dejes nada en el plato.
No ensucies.
No bebas mas.
No comas eso.
No. No. No. No seas un niño.

No escupas.
No salpiques.
No comas con la boca abierta.
No te metas el dedo en la nariz.
No te tires al suelo.
No toques.

No saltes en el sofá.
No te subas ahí.
No entres en la cocina.
No saques mas trastos.
No lo cojas con los dedos.
No. No. No. No seas un niño.

Para. Escucha. Mira.

Mañana gritarás, sí, gritarás! NO, NO CREZCAS!

Cuando ya nadie te desmonte el salón, y la cama sólo sirva para dormir, y no huela la basura a pañal sucio, y nadie pinte la tele.
Cuando vuelvas a tener todo ese tiempo libre con el que no sabrás que hacer. Cuando ninguna de tus camisas lleven manchas de chocolate, ni de leche, ni de kétchup. Cuando nadie salte en tu sofá.
Cuando la tele vuelva a ser para ti, y ya no sepas los nombres de todos los dibujos animados. Cuando el coche sea un lugar pulcro y ordenado y no haya restos de galletas por todas partes.
Cuando la nevera esté llena de cervezas y Martini y no de yogures, y ya no recuerdes cómo hacer macarrones con tomate.
Cuando vayas de tiendas y pases de largo por la sección de infantil. Y las tiendas de juguetes sean grandes desconocidos.
Cuando ya no compartas tu cama con sus muñecos. Cuando te de igual que bajen el IVA a los pañales. Cuando ya no te interese quien es el nuevo ministro de educación
Y cuando un parque sea de nuevo sólo para pasear al perro. Cuando el termómetro sea un desconocido en tu casa, y no tengas tres botes distinto de gel infantil. Cuando las tiritas vuelvan a ser de color carne y no de colorines.

Entonces, seguro que estarás pensando que recuerdan más de su infancia? Los NO o los te quiero?

Párate. Escúchales. Mira. Y sonríe. Esto no durará siempre.
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De Princesas y princesos 
http://princesasyprincesos.es/2015/07/27/no-no-no/

miércoles, 3 de febrero de 2016

DESDE TU PRIMER LATIDO

Dicen que no hay amor más grande que el amor de una madre por sus hijos, y es cierto, lo comprobé el día que me enteré de tu presencia, en el día en que me enteré que tendría la dicha de ser madre.

Nunca creí amar de esta manera, así sin conocerte, te convertiste en el amor de mi vida. Cuando supe de ti, experimente esa clase de amor que es capaz de superarlo todo, esa clase de  amor que te dibuja la sonrisa por el simple hecho de saber que nunca más  volverás a estar sola.

Cuando escuche tus latidos por primera vez, descubrí que lo que antes llamé felicidad no  fue nada comparado con lo que sentí aquella vez, ver tu cuerpecito en el monitor, me hizo comprender la belleza y la perfección que significa ser mujer; la capacidad que tenemos de crear, de amar, de dar vida.

Fuiste creciendo dentro de mí y te convertiste poco a poco en el mejor de mis sueños, hablar contigo se  volvió mi actividad preferida, imaginar tu carita, tus ojos, tu boquita, el tono de tu risa.

Esperaba ansiosa tu llegada, conocer el color de tu mirada, pasaron los meses observando como mi cuerpo cambiaba, disfrute tanto tenerme en mis entrañas y me dedique a tejer entre estambres nuestros sueños, decoré tu habitación, y supe que en adelante sería yo la responsable de velar por tu felicidad, de hacer realidad tus sueños, de enseñarte el camino, de construir tus anhelos.

Y como olvidar el día en que por fin te conocí, la emoción que sentí cuando por primera vez te vi. Toque tu rostro suavecito, te abrace a mi cuerpo y supe que nunca más quería estar lejos de ti.

Te hice la promesa de cuidarte ,de  hacerte sonreír, de construirte un mundo en el que fueras feliz, y es que si fuese necesario, daría la vida entera por ti.

Te convertiste en mi motor, en mi esperanza y tu risa en mi debilidad, tu carita tierna y tu tierna voz mi mejor regalo cuando aprendiste a decirme “mamá”

Tú el amor de mi vida, mi impulso, mi fe, mi alegría.


Autor: Laura He - sermejorpersona.com

HAS TENIDO UN BEBÉ HUMANO

"Si tu bebé come cada poco rato, llora si se queda solo, no se duerme sin tu pecho y le gusta que lo cojas en brazos... ¡enhorabuena! HAS TENIDO UN BEBÉ HUMANO que, además de todas las necesidades de un mamífero, tiene una individualidad que le hace luchar por lo que necesita. Y a no ser que le apaguemos ese deseo innato a fuerza de ignorarlo repetidamente, hará valer sus derechos resistiéndose o llorando. 
Si tienes un bebé que se rebela cuando intentas que duerma solo o que coma más de lo que necesita, no oigas a quienes te digan que te ha salido un niño «malo» o «dictador»."

Nohemí Hervada

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Gracias a @NacerJuntos
nacerjuntos@outlook.com
http://nacerjuntos.wix.com/maternidad