viernes, 21 de octubre de 2011

DESENTERRADA

Vengo como debo venir,
ungida y llorada,
temblando pero apaciguada,
me acercaron hoy a la muerte,
me la han recordado tres veces.

Llego del teatro con el olor a Ofelia todavía en mi pelo, es un olor a mucha mujer, a mucho sentimiento, a sabiduría, de esa que no se aprende leyendo o estudiando sino de la que se gana en los lugares mas extraños y menos esperados...

Hoy no puedo hacer una reseña mejor les comparto un cuentito...

Érase una vez una niñita blanca y tímida, a la que en la escuela molestaban todo el tiempo, no la dejaban hablar u opinar, sin amigos ni amigas, siempre señalada nunca aceptada, pero la verdad a la niña eso no le importaba, pues su imaginación brotaba de lo mas profundo de su ser y se ponía a volar, volaba entre cometas y muñecas, entre canciones y siluetas, volaba, al ritmo de los compases, volaba feliz.
Un día la maestra les encargó leer un libro, hasta ese momento los libros para ella habían sido aquellos que les daban en la escuela... llegó a su casa muy contenta y le contó a su madre la asignación que tenía "tengo que leer un libro", para eso su padre escuchó aquel comentario y pronto le acercó a su manita varios libros, la niña al verlos se emocionó al grado que salió corriendo directamente a su recámara, se encerró y empezó a elegir el primero que leería.
Es así como surgió el verdadero a amor de su vida y aun sin poder comprenderlo del todo, ella supo que amor más puro no encontraría jamás.
La niña creció y siguió leyendo, con el tiempo se encontró con libros que contenían palabras diferentes, a veces hermosas, a veces sinceras, otras groseras y ufanas, incluso hasta mentiras piadosas y poemas del diablo, cuando tuvo edad suficiente se percató que no había otra cosa en el mundo que la hiciera más feliz que sus pasiones; la música, la danza y la palabra, entonces decidió dedicarse a ellas, lo que aún no sabía era que en esas decisiones la demás gente ve problemas y perdiciones, así que poco a poco hallaron la manera de irle truncando la vida y en pocos meses a esa llamarada la apagaron con polvo seco... le ofuscaron el camino.
A la pobre plebe no le quedó más remedio que irse por la tangente, por el sendero indeseado y difícil, resolvió entonces ser solo una espectadora, una persona que les pasa por un lado a la gente que sí dedica su vida a las pasiones... y les aplaude de frente.
Pobre tonta..."¡pinches artes del mundo esclavizado!" gritó, y al viento le salieron estas palabras del corazón...
¡Se me fueron hace tiempo,
ahora ya no las quiero contemplar,
ahora me ofrezco cual puta a su cliente,
si así me quieren tratar,
heme aquí con uña y diente,
si tengo que arrastrar este órgano muerto para que reviva,
pues así me van a encontrar,
hoy me declaro y lo proclamo,
a partir de hoy he de ser su amante y contenta caminante me les voy a repegar!"

y tan tan.

Esa es la verdadera magia que Ofelia Medina monta en su espectáculo, su puesta en escena es un recordatorio (y duele) de nuestras pasiones más olvidadas, y a través de tres personajes mexicanos nos hace revivir lo que llevamos muy dentro.
Sor Juana Inés de la Cruz, Rosario Castellanos,  y nuestra querida Frida Kahlo, estuvieron en nuestra ciudad gracias a la carne y a la voz de Ofelia, nos hizo recordar que estamos vivos y que debemos celebrarlo, "no me identifico con ninguna de ellas, yo las admiro, pues están más vivas que muchos vivos" es lo que la gran actriz mexicana nos compartió acerca de su obra y los personajes que encarna.
Cuando le preguntamos acerca de la política en este país ella comentó "a este país deberían gobernarlo nuestras abuelas, ellas si que sabían cómo administrar y en qué utilizar primero el dinero, ni un hombre más, mejor nuestras abuelitas".

Su espectáculo nos lleva de la mano primero por caminos coquetos y pícaros, después llega el acto desgarrador, el que nos hunde en tristeza y después nos va elevando el espíritu y termina con el acto que nos regala la carcajada en cada expresión. La obra nos acercó a nuestras raíces hundidas y las desenterró.
Ofelia Medina hoy nos hizo pensar, nos hizo reír, nos hizo llorar, y así mismo es la vida, una continua sucesión de emociones, un parque en donde elegimos qué sentimiento probar.

Probemos pues cada día un sabor diferente.

Les dejo unas fotos.






Au revoir!

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