miércoles, 12 de octubre de 2011

PELOS

Las personas que tienen el "honor" de conocerme saben que en cuestiones de "imagen" soy bastante exótica,  mi cabello es algo que nunca me he tomado como algo serio.

Empecé a colorearme el pelo (asi es - colorear - siento que define mejor que decir - teñir - ) desde los 16 años de edad y a partir de ahí nunca he dejado de hacerlo, muchos estarán pensando que para estas alturas ya debo estar calva o con los primeros síndromes de alopecia pero lamento informarles lo contrario, mi cabello sigue vivo, o muerto ¿porque son células muertas no? en fin el punto es que nunca le he tenido miedo a los colores y a hacer de mi cabello un culo de papalote.

Muchas personas me han dicho "que chido, no le tienes miedo a los cambios", mi estilista me dice que le encanta atenderme pues siempre que voy me hace algo diferente y me confiesa que tiene clientas que en años no se han hecho un cambio y que van cada mes a ponerse el mismo color de tinte o los mismos rayitos y a cortarse el pelo de la misma manera que hace 10 años, sinceramente no les veo el caso de que vayan con la estilista, desde cuándo hubieran aprendido a hacerse esas cosas por su propia cuenta y vieran el dineral que se estarían ahorrando, es un insulto y un atentado hacia los estilistas profesionales (que aunque no lo crean hay varios por ahí que sí son artistas de verdad).

Hoy jueves cumplo exactamente 2 semanas de estar "inactiva" laboralmente y confieso que aunque me colorié el cabello en distintas ocasiones a lo largo de 3 años que estuve en trabajos en donde se requería una imagen "impecable" admito que me sentía atrapada, la neta lo más loco que llegué a hacer fué pintármelo de rojo con negro, los demás tonos fueron normales, y -normal- es una palabra que pocas veces suelo usar en mi vocabulario.

Esta semana me entró el síndrome Emma Watson, y después de 3 años de trabajo, sentí las ganas tremendas de raparme, ahora, si tuviera la estructura ósea y complexión de Emma obviamente lo hubiera hecho, pero volviendo a la realidad no estoy taaaan pendeja como para hacerlo (ok, a lo mejor si me atrevería en alguna circunstancia extraña de mi vida), resolví entonces cumplir uno de mis caprichos y siguiendo los divinos pasos de Janis Joplin, Gwen Stefani, Kelly Osbourne, Pink, etc. fuí a la estética mas cercana a HACERME MECHAS ROSAS. (es importante que presten atención cuando dije -la estética mas cercana-).

Muy dentro de mí sabía que era un error, de esos que sabes que son errores incluso antes de cometerlos, pero que de todas maneras sabes que tienes que cometer para aprender la lección, y cuando lo haces, volteas y te ves a ti misma con cara de estúpida y te dices "TE LO DIJE!!!! ERA UN ERROR TREMENDO"... resulta que cuando vas a -la estética mas cercana- en vez de -la estética de tu preferencia- terminan dejándote con el cabello hecho una mierda, literalmente.

Salí enojada, decepcionada y algo frustrada por mi estupidez, pero contenta porque cometí el error, me atreví a hacerlo y con gusto me dije "TE LO DIJE". De verdad, se veía tan culero que hasta la señora "estilista" (lo pongo entre comillas porque dudo mucho que haya estudiado algo de colorimetría) me sugirió regresar al día siguiente para hacerlo bien ¡pues, que no mame!. Total que me fui a mi casa resignada a gastar el doble y nunca más regresar a -la estética mas cercana- de hecho ni le pagué.

Hoy fui a mi -estética preferida- a que me corrigieran la porquería que me hicieron ayer, y claro, salí con 3 metros menos de cabello dado que no me lo pudieron salvar y con 700 pesos menos en mi bolsillo...
Así es gente, las cosas bien hechas cuestan dinero aquí y en china (les doy permiso que se burlen de mi y eso es porque tengo bastante sentido del humor en cuanto a mi persona) pero salí contenta y en cierta parte salí pelona ósea que el síndrome de Emma Watson fue ejercido con éxito, gracias, gracias público querido.

Me siento bien con mi cambio, me hace recordar cuando nadie podía decirme nada de mi cabello, mis tiempos de pubertad y aquellos de universitaria, poco a poco regreso y se siente bien, se siente muy bien.

Y a mis 25 años, aún sigo buscando mi vergüenza.

Au Revoir.

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